El Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2, también llamado Día Mundial de la Acción frente al Calentamiento Terrestre, se celebra cada 28 de enero con el objetivo de concienciar y sensibilizar a los ciudadanos sobre el cambio climático y el impacto ambiental que ocasiona.
¿Sabías que si modificas algunas prácticas que realizas al volante puedes reducir tu huella de carbono? La huella de carbono se conoce como “la totalidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, evento o producto”.
En el caso del neumático, su impacto medioambiental se produce en las tres etapas diferentes de su vida: fabricación, uso y reciclado. El trabajo para reducir su huella de carbono suele enfocarse en estas tres etapas, pero sobre todo en la intermedia, la de su uso, su vida útil.
Sólo un buen mantenimiento de los neumáticos, así como de otros elementos del coche aseguran su mayor vida útil.
La mayor parte de las emisiones del neumático se deben a su uso y a la resistencia a la rodadura. Cuanto menor sea la resistencia, menor será su impacto medioambiental. Pero la resistencia a la rodadura no puede reducirse sin contar con otros aspectos como la seguridad (distancia de frenado, adherencia en seco y mojado…) y la durabilidad.
Según recomienda TNU, Sistema Colectivo de Gestión de neumáticos Fuera de Uso, lo ideal es mantener un equilibrio entre ellos, para conseguir un neumático más eficiente. La resistencia se incrementa si no se circula a la presión adecuada. Si ésta es la correcta (ni mayor ni menor), se puede reducir el consumo de combustible hasta un 3,3%, además de alargar su vida útil.
No en vano, si todos los conductores españoles llevasen la presión correcta en sus neumáticos, «equivaldría a una reducción anual de más de 1.320 millones de litros de combustible y más de 2 millones de toneladas de emisiones de CO2 al medio ambiente», según calcula TNU.
Uno de los aspectos que más inciden en una conducción segura es la presión de los neumáticos. Así, circular con la presión recomendada por los fabricantes, además de mejorar el ahorro de combustible y reducir las emisiones de CO2 de tu coche, también te aporta otras ventajas:
Al mantener una presión correcta de los neumáticos disminuye el riesgo de reventón. Debemos, no obstante, vigilar el estado de la banda de rodadura, si presenta deformaciones, grietas…
Además, el vehículo tendrá más precisión en la dirección. Esta será más directa al realizar una corrección rápida de la dirección ante cualquier imprevisto que se presente en la carretera.
De igual forma, la presión de los neumáticos hace que haya menores posibilidades de que la llanta apoye contra el suelo ante un derrape, además, ayuda a evitar un posible desllantado.
También, el peso del vehículo se encontrará mejor repartido, por lo que éste se apoyará con más fuerza sobre el suelo. Además, el neumático será más eficaz a la hora de evacuar agua en días de lluvia, reduciendo la posibilidad de aquaplaning.
Asimismo, al tomar las curvas, la presión correcta de los neumáticos hará que mejore el agarre transversal, ya que permite una mayor superficie de banda de rodadura se apoye contra el pavimento. Esto evita el aplastamiento lateral del perfil del neumático.
Y no menos importante, una presión correcta del neumático nos asegura un desgaste más homogéneo y, por tanto, una mayor vida útil, a la que podemos contribuir con su permuta (por ejes) cada 10.000-15.000 kilómetros. No obstante, la vida útil también dependerá de que sistemas como el de la suspensión o el de frenado funcionen correctamente.
No permitas que tus neumáticos se queden sin presión, ya que la falta de aire también puede desembocar en un reventón. Aunque desde 2014 los coches instalan obligatoriamente el control de presión de neumáticos, conocido por sus siglas TPMS (Tyre Pressure Monitoring System), no está de más seguir algunas recomendaciones, lo incorpore o no tu coche:
Por último, recuerda que, cuanto más aumentas la velocidad, el neumático se centrifuga ¿Qué significa esto? Se empieza a inflar más, por lo que llega un momento en el que hay poca banda de rodadura sobre el asfalto, lo que provoca flotabilidad en la dirección, que puede desembocar en graves problemas de adherencia.
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